Durante
miles de
años la
Diosa
era
reconocida
como la
Madre
Naturaleza
dadora
de vida:
Su
cuerpo
es la
tierra
en la
que
cultivamos
y nos da
alimento;
Su
sangre
es el
agua que
bebemos
de sus
manantiales
y ríos;
Su voz
es el
canto de
las aves
y el
susurro
del
viento y
su
vegetación
son sus
pulmones
de aire
con el
que
respiramos.
Es
gracias
a Ella,
la
Diosa,
la Madre
Tierra y
sus
ciclos
estacionales
que la
vida es
posible.
En todas
las
culturas
ancestrales
este
conocimiento
era
sabido y
por eso
la
divinidad
en su
forma
femenina
era
sagrada
y
venerada.
La Diosa
estuvo
presente
en las
creencias
de los
primeros
pobladores
de la
Tierra y
se la
encuentra
representada
en forma
de mujer
y sobre
todo
como
madre
desde
tiempos
muy
remotos:
En el
paleolítico
el
hombre
esculpía
en
piedra
pequeñas
figuras
con
prominentes
vientres
y pechos
lactantes
como
símbolos
de
fertilidad;
en el
Antiguo
Egipto,
las
Diosas
Isis y Hathor
aparecen
en
numerosos
relieves
coronadas
con
cuernos
de vaca
y discos
solares,
símbolos
de la
Diosa
Madre.
En las
culturas
patriarcales
como la
griega y
la
romana
también
tenían
infinidad
de
deidades
femeninas,
como
Gaia, la
Diosa
Madre
Universal
y Madre
Tierra
según
los
griegos,
y Venus
la diosa
del amor
para los
romanos.
En la
India
encontramos
Diosas
madres
como
Kali-ma
y en la
tradición
Celta la
Diosa
Anu-Danaa.
Actualmente
en esta
época
que
llamamos
“Nueva
Era”
están
resurgiendo
muchas
religiones
neo
paganas
entre
las
cuales
destacan
la Wicca,
el neo
Druidismo,
la
tradición
de
Avalon,
etc…
es una
de las
tradiciones
más
antiguas
del
culto a
la Diosa
que ha
reaparecido
en el
Sur de
Inglaterra
desde
hace
bastantes
años:
La
tradición Avaloniana.