~El Arbol Sagrado~
 

 
 

Mitología Gallega

Vedoiras


Una vedoira es aquella mujer que tiene la capacidad de ver el más allá. Aunque también pueden ser hombres, normalmente las narraciones y las leyendas se refieren a figuras femeninas que viven apartadas y tienen misteriosos poderes, mezclando así la figura de la meiga con la de la vedoira.


Viven en nuestro mundo, como uno más de nosotros, pero a la vez perciben el mundo de los espíritus. Son personas escecionales.Dicho de otra manera: las vedoiras ven en su día a día todo tipo de fantasmas, desde procesiones espectrales como la Santa Compaña hasta apariciones como el Carru de la Muerte, pasando por cualquier alma que se haya quedado atrapada en este mundo.


En el lugar llamado O Concello, en el ayuntamiento de Vicedo (Lugo), paseaban una mujer y un hombre. De repente, la mujer, que tenía fama de vedoira, le dijo a su acompañante: «Ralentiza el paso que ahí viene un entierro». Él, enfadado, le respondió que se dejase de historias, que él no creía en esas tonterías. La mujer profetizó: «De tu casa va a salir». Esa misma noche murió la esposa del incrédulo.


Traducción de un relato recogido en Galicia Encantada, la enciclopedia de fantasía popular de Galicia. Lo cierto es que las vedoiras o los vedoiros pueden nacer con esos poderes. También pueden recibirlos a causa de una maldición, a modo de fada, como la licantropía de los lobishomes. Sin embargo, una persona también puede convertirse en vedoira o en vedoiro si, durante su bautizo, el cura utiliza los óleos para difuntos en lugar de los óleos bautismales.


También hay que tratar el tema de que una meiga o una bruxa tenga poderes de vedoira, o que una persona que nace como vedoira se convierta en meiga o en bruxa de alguna manera, como, por ejemplo, heredando ciertos objetos de una bruxa, como su escoba o el caldeiro donde guarda el cacho (la untura para volar).


Las vedoiras, sean meigas, bruxas o ninguna de ellas, a menudo son tratadas como tales por su propia comunidad, llena a rebosar de gente supersticiosa. Esas personas harán uso de las capacidades sobrenaturales de las vedoiras si eso les beneficia, pero no dudarán en señalarlas con el dedo y acusarlas de brujas y siempre, siempre, hablarán mal de ellas a sus espaldas.


Me gusta el hecho de que meigas y vedoiras estén relacionadas y, aunque una cosa no implica la otra, sí que es cierto que algunas meigas son, además, vedoiras. Ese fue el motivo de que leyera  La hija de la ayalga.


"Me acerqué, mientras ella cerraba la bolsa de piel y sacaba un cuchillo. Me detuve. La anciana se giró y me sonrió.
―No tengas miedo, chiquilla. Es para los árboles.
Su voz tenía esa cualidad rasposa de los ancianos, pero también tenía mucha vida y energía. Se giró y comenzó a cortar trozos de corteza del árbol que tenía delante.
―Es venenosa, ¿sabes? ―le dije, señalando la corteza―. Igual que esas bolitas rojas que estabas recogiendo. También son venenosas.
―Lo sé.
―¿Por qué las coge?
―Para preparar venenos, por supuesto. No tienen otro uso.
―¿Quieres matar a alguien? ―le pregunté, sorprendida.
―No, claro que no, pero hay gente que los quiere. A cambio me dan comida y otras cosas que necesito. No sé lo que hacen con ellos y no quiero saberlo.
―¿Quién es usted? ¿Dónde vive? ―Mi poderosa curiosidad se había despertado.
La mujer se echó a reír.
―Eres muy simpática, chiquilla. Me caes bien ―dijo mientras pasaba una mano por mi pelo ―. Vivo sola, en el monte. Por eso no me conoces. Me llaman A Vedoira.
―¡Anda! ¡Ya sé quién eres! Dicen que eres una meiga.
―¿Y qué es una meiga, bonita? ―me preguntó la anciana, deteniéndose por primera vez en su trabajo.
Se giró, encarándose conmigo, y se sentó sobre una piedra, de manera que quedamos a la misma altura.
―Mi madre dice que las meigas son mujeres sabias que están en armonía con la naturaleza y saben qué hierbas coger para hacer medicinas, pomadas y otros líquidos que ayudan a la gente. ―Me quedé un momento en silencio, mirando a los ojos de la anciana―. Pero la mayoría de los demás dicen que las meigas son malas y tienen poderes oscuros. Mi madre me ha contado que la gente dice eso porque tiene miedo de lo que no entiende.
―Tu madre es una persona muy sabia, pequeña Hazel.
―¿Sabes quién soy? ―le pregunté, muy sorprendida.
―La gente viene a mi cueva a escondidas, muchas veces de noche, nerviosos, temerosos de que los descubran. Es muy fácil hacer hablar a ese tipo de gente. ―La anciana me sonrió y me acarició la cabeza. Al acercarse, pude notar el olor de distintas plantas―. Yo tengo lo que desean y me gusta sentarme a hablar con ellos. Así me entero de todo....
David das Tebras. La hija de la ayalga.


 
Adaptación: Marian

Viernes 25 de Abril del 2025

 
 

 

 

 

 

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