Fotografías cedida
por mi amiga
Maribel-Lena, de su
viaje a Stonehenge.
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Derechos de autor
Stonehenge
En el condado de
Wiltshire, al Sur de
Inglaterra,
concretamente en la
región caliza que
existe entre
Amesbury y
Warminster y no muy
lejos del río Avon,
podemos encontrar el
monumento megalítico
más notable de las
Islas Británicas y,
al propio tiempo, el
más enigmático y
extraordinario del
mundo. Me estoy
refiriendo a
Stonehenge (de
stone ‘piedra’ y
henge ‘con borde
circular’). A título
de curiosidad, cabe
mencionar que hay
quien cree que este
conjunto de rocas
dispuestas en forma
circular debe su
nombre a la
semejanza que
presenta con las
vigas en las que el
pueblo sajón colgaba
a los criminales en
la Antigüedad, por
lo que Stonehenge
significa también
«la horca de piedra»
o «la piedra del
ahorcado».
Piedras milenarias,
la obra fue
construida en
diferentes etapas,
que van desde
mediados del III
milenio a. C. hasta
mediados del milenio
siguiente. En este
lugar exacto, único
en muchas millas a
la redonda de
Stonehenge, la luna
llena se coloca
exactamente
perpendicular a la
salida del sol en el
solsticio de verano
(próximo al 21 de
junio).
Precisamente, dicho
solsticio es el
fenómeno natural
sobre el que gira la
concepción y
planificación del
monumento. Ese día
es precisamente el
único del año en el
que se permite a los
visitantes caminar
por el interior del
círculo de piedras.
Stonehenge, el
monumento megalítico
más enigmático y
extraordinario del
mundo.
Stonehenge en la
leyenda
Existen muchos
mitos y leyendas
relacionados con la
construcción de
Stonehenge. Así,
diversas opiniones
cuyo origen se
pierde en el tiempo
han atribuido la
erección de este
conjunto pétreo
monumental a varios
pueblos que pisaron
por las islas
británicas, como
romanos, fenicios y
daneses, sin que
ninguna de ellas
haya prosperado por
la imposibilidad de
ser contrastada
históricamente. Hay
testimonios escritos
redactados por
personas cuyos
nombres se conocen,
como es el caso de
Geoffrey de
Monmouth, obispo de
San Aspah
(1100-1154), quien
refiere en sus
crónicas la creencia
popular de que el
monumento en su
conjunto representa
un círculo de
gigantes
petrificados, de ahí
que antiguamente se
le conociera como la
«Danza de los
Gigantes», apelativo
hoy prácticamente
inusitado.
A este clérigo galés
se le atribuye
también haber
divulgado una
creencia, muy
vigente durante
mucho tiempo, que
relaciona al
monumento megalítico
con Merlín, el
famoso mago amigo y
protector del rey
Arturo. El hecho
nada tiene de
extraño, pues el
prelado es el autor
de los libros Las
profecías de Merlín
(redactado antes de
1135) y La vida de
Merlín (entre 1149 y
1151), que versan
sobre la vida y los
fantásticos hechos
de este mago, en uno
de los cuales se
halla la afirmación
de que las piedras
de Stonehenge fueron
llevadas desde
Irlanda a las
llanuras de
Wiltshire con la
ayuda de unos
‘artefactos’ para
conmemorar un
entierro masivo de
bretones. Como ha
acontecido con
muchas otras, esta
creencia fue
desvaneciéndose con
el paso del tiempo
hasta que, ya en el
siglo XIII, quedó
completamente
desacreditada y
olvidada. Y si hoy
se tiene constancias
de ella, se debe tan
solo a referencias
de escritos de la
época o posteriores.
A mediados del s.
XVII, el inglés John
Aubrey (1626-1697),
anticuario, escritor
e investigador de la
Antigüedad
británica, tras
llevar a cabo un
completo estudio de
los monumentos
megalíticos de
Inglaterra, afirmó,
por vez primera, que
Stonehenge era, en
realidad, un templo
construido por los
druidas, antiguos
sacerdotes celtas,
que debieron
utilizarlo para
rendir culto al Sol
y señalar las
estaciones del año.
Un templo sagrado
Stonehenge presenta
todavía muchos
misterios que
parecen
irresolubles, su
finalidad resulta
hoy más evidente que
nunca. Con muy poco
margen de error,
puede afirmarse que,
inicialmente, fue un
templo para adorar
al Sol y la Luna,
astros que regían el
ciclo de las
estaciones, por lo
que hoy podríamos
atribuirle también
la función de una
suerte de calendario
que, observado con
pericia, permitía
predecir la llegada
de las estaciones,
en previsión de las
actividades de los
campesinos y
criadores de ganado.
Vista la bondad de
la construcción,
cabe pensar
igualmente que,
posteriormente, pudo
haberse convertido
en un sitio sagrado
en el que también se
celebraron ritos
funerarios, como así
lo atestiguan los
diversos restos
desenterrados en
diversas partes del
recinto.