Los
druidas
se
dividían
en 5
categorías:
Vacíos:
Se
ocupaban
de los
sacrificios,
ofrendas
y de
interpretar
los
dogmas
de la
religión.
Sarónidos:
Instruían
a los
jóvenes.
Bardos:
Poetas,
oradores
y
músicos.
Adivinos:
Predicción.
Casuísticos:
Jueces.
Los
druidas,
como
sacerdotes
y
sabios,
jugaban
un papel
fundamental
en todas
las
comunidades
celtas
de
Irlanda,
Britania,
Bretaña
y las
Galias.
La
mayoría
de la
información
que se
dispone
sobre
los
druidas,
proviene
de
fuentes
romanas,
ya que
los
sacerdotes
celtas
desdeñaban
la
escritura
y
transmitían
su
enseñanza
a través
de la
palabra,
por
tradición
oral.
Las
jerarquías
druídicas
han
sido,
sin duda
alguna,
los
cargos
más
relevantes
de la
cultura
celta,
si no en
poder,
al menos
sí en su
influencia
sobre el
resto de
nuestra
población,
ya que
sus
integrantes
de mayor
rango
(los
druidas)
además
de
sacerdotes,
podían
actuar
como
jueces,
ocupando
con
frecuencia
el lugar
de los
brehones,
y sus
consejos
y
dictámenes
eran muy
apreciados
y
respetados
por
todos
los
estamentos
sociales,
incluida
la
nobleza.
Se dice
que
establecieron
una
teocracia,
llegando
a
manejar
en
cierto
momento
de la
historia
las
decisiones
y
actitudes
de los
Reyes.
Los
druidas
se
reunían
en las
arboledas
sagradas,
preferiblemente
en
arboledas
de
robles,
hacían
una
asamblea
anual en
el
bosque
de los
Carnutos,
del cual
se
sospecha
que
estaría
ubicado
al norte
de
Dublín,
donde
existe
el
agrupamiento
de
robles
más
grande
del
mundo.
Los
druidas
como tal
eran los
sacerdotes
de los
antiguos
celtas.
Cuidaban
del
culto
divino,
ofrecían
los
sacrificios
públicos
y
privados;
hacían
de
jueces
en la
mayoría
de las
querellas.
Practicaban
la
adivinación
por el
vuelo de
las aves
y los
movimientos
convulsivos
de los
prisioneros,
sacrificados
con tal
fin.
Desarrollaron
un
sistema
de
Conocimiento
de la
personalidad
relacionando
la
posición
de las
estrellas
en la
fecha de
nacimiento
con los
árboles
sagrados
de su
religión
druídica.
Conocían
a la
perfección
los
secretos
de estas
criaturas
vegetales
y se
inspiraban
en la
magia
arbolaria
estacional
para
crear un
horóscopo
que
ayudaba
al
hombre a
conocer
su
carácter.
Creían
en la
transmigración
individual,
que
dentro
de la
metempsicosis
significa
pasar un
alma de
un
cuerpo a
otro.
Consideraban
sagrados
el roble
y el
muérdago,
que
cortaban
con una
hoz de
oro,
revestidos
de
blanco y
coronados
de hojas
de
roble.
Eran
maestros
de la
nigromancia
(adivinación
del
futuro
evocando
a los
muertos)
y de las
artes
ocultas,
y
practicaban
el
hipnotismo.
Sus
casas,
según
algunas
tradiciones,
eran
toscas
chozas
en forma
de
colmenas.
Existían
entre
ellos
sacerdotisas,
que se
pintaban
el
cuerpo
de negro
durante
las
ceremonias
religiosas.
Se cree
que el
célebre
Stonehenge,
construido
probablemente
como
observatorio
astronómico,
fue
utilizado
más
tarde
como
templo
druida.
De
cualquier
forma,
esta
cuestión
es
bastante
oscura.
Por
ejemplo,
según el
anticuario
John
Aubrey,
nacido
en el
siglo
XVII,
las
piedras
en
círculo
y demás
sitios
adyacentes
al
llamado
templo
central
fueron
construidos
y
utilizados
por los
druidas,
pero no
es
precisamente
mucho lo
que se
sabe en
la
actualidad
de este
ancestral
grupo
étnico,
tribu o
secta
que
supuestamente
habitaba
aquellos
lares.
En
cambio,
el
profesor
de
arqueología
de la
Universidad
de
Cardiff,
R.J.
Atkinson,
en su
obra
Stonehenge
y
monumentos
vecinos,
nos
explica
algo que
resalta
obviamente
por su
notoriedad:
en
efecto,
los
druidas
fueron
observadores
de la
Naturaleza,
incluyendo
la
astronomía
pero su
localización
histórica
no parte
con
total
seguridad
desde el
año
cuatro
mil
antes de
Cristo.
Desconcertantes
son
algunas
de las
coincidencias
que
hemos
encontrado
entre la
iconología
celtibérica
y la
simbología
(especialmente
bafomética)
templaría.
Ram el
Celta,
el
emperador
sinárquico
druida,
según
expone
Arnauld
de Saint
Jacques
en su
obra Los
Templarios
y el
Evangelio
de San
Juan,
para
conocer
el
verdadero
origen
del
Cristianismo
es
necesario
remontarse
en el
tiempo y
situarse
en 7.000
años
A.c..,
cuando
los
celtas
dominábamos
la mayor
parte de
Europa.
Los
Sacerdote
desde
muy
temprana
edad en
un
pueblo
donde
las
sacerdotisas
fueron
degenerando
hasta
convertirse
en
verdaderas
brujas
(habían
instituido
los
sacrificios
humanos),
Ram
combatía
siempre
esta
situación
desde su
perspectiva
de
Iniciado
y, a la
postre,
iría a
dotar a
los
celtas
de los
elementos
clave
para
elaborar
una
doctrina
capaz de
romper
los
antiguos
moldes
en los
que
todavía
se
desenvolvía
el
druidismo
de su
tiempo.
Como
Gran
Iniciado
Druida,
Ram
realiza
grandes
prodigios
e
intenta
introducir
las
reformas
necesarias
en el
druidismo.
Por este
motivo,
fue
perseguido
y odiado
por los
militares,
manipulados
por la
clase
sacerdotal,
a la
sazón en
manos de
las
druidesas.
En lugar
de una
guerra
fraticida,
Ram
elige el
exilio
llevando
con él a
sus
partidarios,
una
población
estimada
entre
dos y
tres
millones
de seres
humanos.
Dio a la
mujer un
papel
relevante
como
sacerdotisa
del
hogar,
jamás
conocido
hasta
entonces,
pues
sabía
que el
pórtico
del
Templo
ha de
sustentarse
sobre
dos
columnas,
equiparando
su
importancia
a la del
hombre,
tanto en
los
aspectos
materiales
como en
los
religiosos
y
metafísicos.