La Isla de Avalon
Un paraíso de eterna
primavera en el que
nadie envejecía,
donde la paz era
perpetua y donde no
existía la fatiga,
pues la tierra era
pródiga en frutos:
era Avalon. Era
también semejante a
otros reinos míticos
como la Atlántida,
cuyos habitantes
gozaban de una Edad
de Oro. Avalon era
conocido como el
lugar donde fue
llevado el rey
Arturo para ser
curado de sus
heridas tras su
última batalla en
Camlann.
Avalon:
«Se llama Isla
Afortunada... el
grano y la uva se
dan sin cuidado
alguno, y en los
bosques crecen los
manzanos sobre la
hierba bien cortada.
La tierra ofrece
espontáneamente...
todos los frutos en
abundancia.» La isla
estaba habitada por
nueve hechiceras,
siendo gobernada por
la principal de
ellas, Morgana (el
hada Morgana), que
se comprometió a
curar a Arturo si él
permanecía allí. En
1191, época en que
las leyendas del rey
Arturo cobraron gran
popularidad, la
cuestión de lo que
le había ocurrido
después tomó un
nuevo giro. Los
monjes de
Glastonbury, una
ciudad del oeste de
Inglaterra,
anunciaron que
habían exhumado sus
restos del
camposanto de su
antigua abadía,
junto con una cruz
de plomo que
proclamaba en latín:
«Aquí yace sepultado
el renombrado rey
Arturo con Ginebra,
su segunda esposa,
en la isla de Avalon.»
La isla de Avalon,
donde fue
transportado herido
el rey Arturo, ha
sido identificada
con Glastonbury,
Somerset, desde el
descubrimiento de la
supuesta tumba de
Arturo en la abadía
de Glastonbury en
1191. La colina de
Glastonbury, que
dominaba unas
tierras pantanosas,
daba la impresión de
ser una isla.
Avalon
también es conocida
como la isla de las
hadas y la isla
Magíca
, por las
leyendas de origen
Celta,
ente las cuales se
destaca aquella
donde se describía
como el
Rey Arturo
después de
Camlann, fue
trasladado a la isla
de Avalon,
para que reposase al
cuidado de la reina
de las
Hadas
y de su hermanastra
(Morgana,
también considerada
la bruja de las
hadas y media
hermana de Arturo),
se sabe que el Abad
De Blois –durante el
reinado de
Enrique II-
llevó a cabo la
búsqueda de la isla
en esa zona, lo que
lo llevó a descubrir
un gran ataúd de
roble en donde se
hallaba tallado:
“Aquí, en la
isla de Ávalon, yace
el rey Arturo”.
Así como también en
otras leyendas se
dice que solo
descansa debajo de
una colina,
esperando el momento
para regresar a
ocupar el trono de
Inglaterra.
¿La tumba del rey
Arturo?
Aunque los monjes
desenterraron
probablemente
ciertos restos (los
arqueólogos han
encontrado indicios
de excavaciones),
¿podía tratarse del
rey Arturo? Lo que
arroja ciertas dudas
sobre el
«descubrimiento» de
los monjes es que
ocurrió poco después
de que un incendio
destruyera la más
antigua y sagrada
parte de la abadía
de Glastonbury. Se
trataba de una
pequeña iglesia de
adobe de gran
antigüedad, conocida
simplemente como la
«iglesia vieja».
Junto con la vieja
iglesia se perdieron
los tesoros de la
abadía, incluidas
reliquias sagradas,
que le
proporcionaban
prestigio y una
fuente de recursos.
La necesidad de
recobrar su renombre
y atraer a los
peregrinos era
acuciante.
En la Edad Media,
Glastonbury dio
origen a cierto
número de leyendas y
de cuentos de hadas.
Era probablemente
debido a su
misteriosa colina,
posiblemente un
antiguo
emplazamiento
pagano, y a su
abadía, cuyo origen
es tan antiguo que
ha sido olvidado.
Rodeada de misterio,
pero de una
sacralidad palpable,
la abadía adquirió
ciertas
connotaciones
ligadas al más allá
por su antiguo
camposanto, que se
remonta a los
primeros tiempos de
la cristiandad en
Gran Bretaña.
Contenía los restos
de numerosos reyes y
santos de la
antigüedad, y
parecía un lugar muy
indicado para
sepultar a Arturo.
El descubrimiento
era también
sospechosa mente
favorable a los
gobernantes
anglonormandos de
Inglaterra. Dos o
tres años más tarde,
el cronista Gerardo
de Gales escribió
que Enrique II había
alentado a los
monjes de
Glastonbury a que
investigaran sobre
la tumba de Arturo:
«Se cuentan muchos
cuentos... sobre el
rey Arturo y su
misterioso fin...
Han terminado con
los cuentos de
hadas...» Ésa debió
ser, precisamente,
la intención de
Enrique.
Las más antiguas
referencias a la
muerte de Arturo
afirman que su tumba
era desconocida. El
historiador
Guillermo de
Malmesbury había
señalado el problema
en 1125, cuando
escribió que «la
tumba de Arturo no
puede verse en
ninguna parte, por
lo cual los antiguos
versos proclaman que
aún está por
llegar». Ya que no
existía prueba de
que hubiera muerto,
los bretones celtas,
de Cornualles y de
Gales, esperaban su
retorno para ser
liberados del yugo
de los reyes
normandos. Una cruz
de plomo, ahora
perdida, fue
supuestamente
hallada en la tumba
de Arturo,
presuntamente
exhumada en
Glastonbury en 1191.
Una ilustración de
la obra de Britannia
(edición de 1607) de
William Camden,
muestra claramente
su inscripción
latina, que reza:
«Aquí yace sepulto
el ínclito rey
Arturo en la isla de
Avalón.»
Enrique, que gobernó
a ambos lados del
canal de la Mancha,
había tenido
problemas con los
bretones y los
galeses, y por tanto
tenía interés en
demostrar de una vez
por todas que Arturo
había muerto. De
haberse establecido
su tumba en suelo
inglés, hubiera
representado un
triunfo político.
Los intereses de la
Iglesia y del Estado
coincidían. La
«tumba» de Arturo
fue objeto de una
extensa publicidad,
y para que
coincidiera con la
historia de Arturo
en la Historia de
Geoffrey,
Glastonbury fue
identificado como
Avalón.
A ello se añade el
hecho de que
Glastonbury fue -y
sigue siendo-
poseedor de lo que
el experto artúrico
Geoffrey Ashe ha
denominado «un
persistente sentido
de la "otredad"».
Impregnado por mil
años de oración
cristiana, y tal vez
otros tantos de
culto pagano, se
ajustaba a la idea
que el pueblo tenía
de Avalón. Además,
al estar totalmente
rodeado de pantanos,
a menudo anegados
por aguas
estancadas,
Glastonbury, con su
alto pico dominando
el paisaje, era
virtualmente una
isla
Los celtas pensaban
que los muertos
vivían en una isla
remota -Avalón forma
parte de esa
tradición-, lo que
les llevó
probablemente a la
práctica de
enterrarlos en
islas. Un
historiador
bizantino del siglo
VI refirió que toda
Gran Bretaña era uno
de esos lugares a
donde los muertos
eran transportados
desde tierra de los
francos. Bardsey,
frente a la costa
norte de Gales, era
otro de ellos, y se
decía que contenía
las tumbas de 20.000
santos. Glastonbury,
que era virtualmente
una isla y poseía un
antiguo cementerio,
pudo también haber
sido considerada una
isla de los muertos.
Islas paradisíacas
Avalon
también es conocida
como la isla de las
hadas y la isla
Magíca
, por las
leyendas de origen
Celta,
ente las cuales se
destaca aquella
donde se describía
como el
Rey Arturo
después de
Camlann, fue
trasladado a la isla
de Avalon,
para que reposase al
cuidado de la reina
de las
Hadas
y de su hermanastra
(Morgana,
también considerada
la bruja de las
hadas y media
hermana de Arturo),
se sabe que el Abad
De Blois –durante el
reinado de
Enrique II-
llevó a cabo la
búsqueda de la isla
en esa zona, lo que
lo llevó a descubrir
un gran ataúd de
roble en donde se
hallaba tallado:
“Aquí, en la
isla de Ávalon, yace
el rey Arturo”.
Así como también en
otras leyendas se
dice que solo
descansa debajo de
una colina,
esperando el momento
para regresar a
ocupar el trono de
Inglaterra.
La Avalón de
Geoffrey sigue la
tradición de las
islas paradisíacas,
que en la mitología
se encuentran en
algún lugar hacia el
oeste. En ellas se
incluye la
Atlántida, el Jardín
de las Hespérides,
con sus manzanas de
oro, y las Islas
Afortunadas de los
griegos; también la
isla de San Brandán,
descrita en el siglo
IX en el Viaje de
san Brandán, y que
estaba cubierta de
manzanos. Al llamar
a Avalón la Isla
Afortunada, Geoffrey
la vinculaba con las
islas míticas
asociadas con
manzanas,
probablemente porque
éstas eran la fruta
de la inmortalidad
en la mitología
céltica.
Avalón pertenece a
una larga tradición
de islas
paradisíacas, «en
algún lugar de
Occidente». Una de
ellas era la isla de
San Brandán,
supuestamente en el
Atlántico, cerca de
las Azores, cuya
última búsqueda
seria tuvo lugar en
el siglo XVIII. Está
descrita en el Viaje
de San Brandán
probablemente
escrito en el siglo
IX. Brandán fue un
monje irlandés que
realizó un viaje por
mar que duró desde
565 hasta 573, y
durante el cual al
parecer visitó la
isla de Jena y el
oeste de Escocia.
Pero aunque Brandán
existió realmente,
gran parte de su
Viaje es imaginario.
Se trata de la
versión cristiana de
un género literario
irlandés conocido
como immram, que
relataba visitas a
las mágicas islas
del más allá.
Los bretones dicen
que él (Arturo) está
vivo, y habita en
Avalon junto con el
más rubio de todos
los elfos.» que
Arturo duerme en una
cueva, rodeado de
sus caballeros, se
sabe que persistía
en Bretaña todavía
en el siglo XIX.
Como Camelot, Avalon
está en todas y en
ninguna parte: es
contrario a su
propio espíritu
tratar de fijarlo en
algún lugar. El
Arturo histórico
pudo haber sido
enterrado en
Glastonbury; pero el
Arturo real espera
en aquel lugar donde
«la curación no
falla nunca», ese
lugar llamado
Avalon.
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