~El Arbol Sagrado~
 

 
 

Los Druidas: La élite Celta

En realidad, el término “druida” hace referencia a una jerarquía – la superior – de las cuatro que existían en la casta sacerdotal de los celtas. Los integrantes de la categoría más baja eran los estudiantes o “amdaurs” (aspirantes a druidas), reconocidos por sus túnicas amarillas. En un orden de mayor importancia estaban los “vates”, que se distinguían por utilizar el color rojo. El grado de mayor categoría no solo se manifestaba en la vestimenta, sino en las atribuciones y conocimientos.

A los “vates” se les debe buena parte de la trascendencia de los mitos, tradiciones, creencias y conocimiento de todo tipo de la civilización celta, ya que ellos eran los encargados de compilarlos para luego transmitirlo al pueblo. Además, practicaban la profecía, estudiaban filosofía, astronomía, medicina, música y oratoria. En una etapa más avanzada, luego de una compleja ceremonia de iniciación, podían usar el color azul, que revelaba que habían accedido al nivel de los bardos. Ellos eran los encargados de amenizar las fiestas y celebraciones recitando, en prosa o en verso, las proezas de los guerreros y de cantar alabanzas a los dioses.

Finalmente, el rango superior, estaban los verdaderos druidas quienes vestían túnicas blancas. Se encargaban principalmente de realizar los sacrificios rituales y familiares y, sobre todo, eran los jueces supremos e inapelables. Era tal el respeto hacia ellos que no necesitaban usar armas para recorrer territorios pertenecientes a varios clanes. Sus santuarios eran de piedra, organizados en forma circular y sin techo, para ver el firmamento y aún se conservan algunos al sur de Inglaterra, los templos o Dólmenes de Avebury y de Stonehenge, cerca de donde –según la leyenda- fue enterrado el rey Arturo.

Los druidas practicaban el culto a los antepasados, no temían a la muerte ya que creían en la transmigración del alma, y –a pesar de que llevaban a cabo sacrificios humanos- predicaban el valor supremo del Bien. Este fue uno de los motivos por el cual los druidas, y también el pueblo celta, tuvieron “mala prensa” entre muchos escritores y cronistas –fomentada por la falta de tradición escrita de los druidas que hace prevalecer los juicios y opiniones de los griegos y los romanos-, aunque es bueno recordar que los romanos hacían sacrificios humanos en el siglo III a. C.

Julio César, en su obra, “La guerra de las Galias”, manifiesta que “querían persuadir a sus discípulos de que las almas no mueren, fijando que semejante doctrina, seguida de sus corolarios, conduce a la virtud por el desprecio de la muerte”. Además de esta particular apreciación, César proclamó el exterminio de esta religión a la que calificó de “bárbara e inhumana”. Hay que tener en cuenta que los druidas eran quienes podían haber convertido y animado a estos pueblos a constituirse en una unidad política que, evidentemente, hubiese contrariado las ambiciones del famoso conquistador romano.

 

 

 

 
 

 
 
 
 
 

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